martes, 23 de diciembre de 2008

Luz, oscuridad, y la mierda de en medio, parte II


Después de un largo tiempo de no poner cosas en este blog, más que nada por la pinche escuela (aunque no hay que descartar el factor hueva, el factor convivencia con amigos y familiares, y el otro gran factor protagonista de "estoy jugando el mejor videojuego de toda mi puta vida"), he aquí la segunda parte de ese post lleno de sticks n' stones.

Nuestra existencia tiene un trasfondo de neutralidad muy especial. No se puede estar siempre feliz, así como no se puede estar siempre triste. Además, cuando vivimos estos estados, suplantan cualquier otro sentimiento y anulan la posibilidad, aunque sea por un momento, de sentir otra cosa. Sin embargo, cuando dejamos de vivirlos de manera inmediata, volvemos a... algo distinto. A fin de cuentas, 'soy feliz' no implica 'estoy feliz', y viceversa. ¿Qué es esa neutralidad, ese fluir en un determinado tipo de estado mental sin estarlo sintiendo todo el tiempo? El asunto se asemeja a las primeras pinturas abstractas: figuras de colores sobre planos blancos, situaciones específicas sobre un absoluto espiritual que las origina y les da muerte, las hace parecer infinitas y a la vez las limita irremediablemente. Ocurre algo similar en música: tenemos un espacio en el que viaja el sonido a una cierta velocidad, con una cierta frecuencia, con una cierta longitud de onda - físicamente es un simple fenómeno limitado en alcance, pero mentalmente es interminable, es toda una experiencia que pasa por un gran filtro de historia y biología (cómo escuchamos, qué nos gusta...) que, en ese instante o en otro, tiene un efecto particular en nuestras vidas.

Por tanto, meros fragmentos (los "tiny fragments", como Tangled Thoughts of Leaving los llama en su disco) son todo lo que compone, un tanto contradictoriamente, ese gran fluido de cosas. Y como un gran fluido de cosas que no son más que un gran conjunto bizarro de memorias, tiene un ritmo cambiante, en práctica improvisado, con "el mundo" como trasfondo, como única constante. Su movimiento tiene tendencias, sea hacia lo oscuro o hacia lo luminoso, pero nunca se detiene, y siempre vuelve, en algún momento. Sus colores, como los científicos de la óptica se han encargado en demostrar, son luz reflejada en cierta frecuencia. La luz también se mueve en ondas, lo que nos da como resultado una gran masa de movimiento perpetuo, tanto interno como externo, reflejado en colores, en emociones, palabras, acciones. La felicidad se convierte así en puro tiempo, inexistente en un plano espacial, pero del cual depende para poderse realizar por completo - la música nos toca y quince años después, ya viviendo en Nueva Zelanda, nos acordamos de cuando nuestra mamá nos cantaba quién sabe qué canción de cuna sacada de quién sabe dónde, detenemos nuestras actividades por un segundo, sonreímos, y luego proseguimos. La luz se hace fragmentaria y se cumple la vieja noción de que hay algo de "ligereza" en ella, a diferencia de la oscuridad tan única-unificada, tan pesada y opresora.

Es, en pocas palabras, vivir el mundo a través de miniaturas (tal vez esa sea la idea de las "hardcore jazz miniatures" de John Zorn). Y como tales, presentaré para esta ocasión sólo rolas, no discos completos, ya que los temas y la unicidad son, si seguimos estas líneas de pensamiento, algo que es más fácil dejar a la oscuridad. Vivir esas miniaturas es algo tan increíble que después queremos atesorarlas para siempre y revivirlas cuando sentimos que pueden funcionar como medicina. En este sentido, la música es algo así como una alternativa a la historia y el recuerdo, es una cosa en la que nuestras miniaturas han trascendido su espacio y se convierten en tiempo puro, en combinaciones de notas, en melodías, poemas, disonancia, whatever. Pero simultáneamente es también recordar, es hacer asociaciones, es, al darle al botón de "Repeat", hacer un reenactment de lo que sentimos aquella vez (hace 5 segundos, hace 5 años...) y creer que sí, sigue ahí. Y mientras lo creamos, ahí seguirá.

Hay música que tiene estos sutiles asomos de grandiosidad instantánea, de saberse limitada en lo mayúsculo y trascendental en lo minúsculo, hecha por artistas sensibles a la naturaleza pasajera de la luz que tanto nos llena durante unos segundos que parecen ser eternos para luego desaparecer. Nos mantenemos bajo su sombra por días, semanas, años, y se va acumulando con otras, nuevas experiencias de los rayos de luz, la seguimos buscando y nunca nos detenemos, ni siquiera cuando a nuestro paso encontramos oscuridad. "Hay luz al final del túnel", decimos. Pero si ya la viste, no es necesario llegar hasta ese final para vivirla... pues ese final, en cambio, ya ha llegado a tí en el momento en el que tus ojos se posaron sobre ella.

"We Speak to the Revelator", de la banda neoyorkina The Atomic Bomb Audition, es un viaje lleno de alusiones post-apocalípticas que nos lleva de la mano por todo tipo de destrucciones y deconstrucciones que nos parecerían contrarias a lo que uno esperaría encontrar en plena luz. Un viaje lleno de dramatismo y explosiones sonoras que tienden a lo melancólico y pensativo - condiciones tan sólo necesarias para una vívida apreciación de lo luminoso, una luz que se asoma por los guitarrazos ambientales que se acercan y se alejan, palpitan como nosotros. Secciones de simples sonidos son interrumpidas con violencia por construcciones de nerviosa tensión que dejan ver la cruda esencia de la guitarra eléctrica amplificada: instantes, constantes, y ciclos que se repiten. La voz entra con delicadeza a la mitad de la canción, susurrando letras que tienen frases como "in the wake of the dead, I'll remember your name", evocando el final representado por una masa de guitarras sobre la cual sobresale una trágica melodía que es, a la vez, una sublime pre-resolución del apocalipsis en una forma en la que no hay más que cerrar los ojos, sonreír, y sentir la intensidad del mundo. La resolución viene en la forma de la rola hermana "You are the Sun & the Moon", una hermosa pieza de gamelán y electrónica que, inspirada en la espiritualidad oriental de aquél Bali de danzas de alabanza a la naturaleza y la profundidad del corazón humano (y la realeza, por supuesto), vuelca todas esas explosiones y toda esa intensidad al interior transmutándola en tranquilidad, en una meditación de minuto y medio que nos dice "contrólate, imbécil." Sólo puedo encontrar comparación con el sexo - furiosos momentos de 'decir' y 'hacer' que culminan no con un orgasmo sino con un sentido de pertenecer, de comunión interior, espiritual, con ella o él, ese otro ser humano con el que compartes algo muy pequeño, fragmentos de existencia, pero que ahí y en ese tiempo es todo lo que hay y habrá por siempre (aunque claro, si para ustedes el sexo es sólo eso, pues entonces pónganlo en términos de, no sé, comer una deliciosa versión de su platillo favorito y la sensación de que nunca volverán a probar algo igual). ¿Puede ser ese encuentro, esa culminación, esa meditación, la luz? No lo sé. Sólo creo que en este par de rolas está no sólo sugerida, sino también representada. We, my friends, we, my love, are the sun & the moon.


Time of Orchids, un también neoyorkino grupo de rock ahora disuelto, hizo sólo dos discos. El segundo y último, del 2007, contiene una rola especialmente interesante para este post que se titula "Darling Abandon". Es, creo, la mejor canción de amor de todos los tiempos, aunque no sea tanto de amor de lo que hable. No importa. El tono experimental que permea la producción del disco (Namesake Caution) y de esta rola es un tanto atonal, un tanto de ritmos extraños, fluctuantes, que despiertan un ánimo más o menos melancólico-sereno-profundamente feliz (en inglés, no en términos de happiness, sino en términos de bliss...): es el éxtasis frente a un misterio tan maravilloso como es otra persona, la realidad, nuestra cabeza, la naturaleza, lo que quieran amar. Hay algo místico en esta experiencia que tiene una vibra un tanto pop, melodiosa, tierna a pesar de ser también bastante cerebral. ¿Acaso no es eso también un asomo de luz? La rara concordancia entre corazón y cerebro produce instantes de grandeza, instantes en los que brillamos y parecemos despertar; nuestros ojos parecen iluminarse y los otros pueden perderse en nuestra mirada. "Darling abandon, your mystery knows no bounds", cantamos. Si bien con Portal sufrimos de miedo ante lo desconocido, aquí nos regocijamos ante él, porque es algo que sabemos en esencia humano, en principio también nuestro, y no ajeno. no tan diferente. El teclado pone un fondo de ensueños, una sensación de estar frente al mundo y volar; la explosión post-rockera del final es emocionante, es dulce y poderosa, nos lleva por los cielos hasta que llegamos a un frágil y arrollador solo de guitarra que vuelve a ponernos en aquél ánimo de instant-eternal bliss. Una canción de amor, en general, en teoría, es esto - amor a la vida, con todos sus personajes y cosas, toda su melancolía y toda su alegría, la coincidencia entre razón e intuición en forma de adrenalina, hormonas, pensamientos, visiones, vibraciones...

Un penúltimo ejemplo, más corto, lo prometo. Es "You Appearing", de M83. Yo sé que en este blog he mencionado a este señorito francés de manera negativa, pero esta rola es, en verdad, su momento heróico, ojalá y no el único que tenga. Con sólo tres líneas, dos siendo "It's your face /save me", una inspirada y casi ininteligible voz femenina canta agudamente sobre unas minimalistas líneas de piano y sonidos ambientales electrónicos, a veces intercedidas por un muy filtrado coro masculino que dice "Where are we going?". El conjunto resulta conmovedor, hipnotizante (al estilo de esa nueva y avant-garde banda indie llamada Asshole Hypnotist), y penetrante - el "it's your face" es sentido, el "save me" es profundo, uno te llena de vitalidad, el otro de empatía. Fragmentos de electrónica y de la voz se entretejen para dar lugar a un melódico trance de inspiración divina; no podemos realmente hablar de 'felicidad' tanto como de un instante de trascendencia positiva en el que la melancolía (un elemento, como ya se habrán dado cuenta, común a todas estas rolas) juega un papel clave como "potencializador", como posibilidad, como algo hecho de esperanza tanto como de tristeza, de nostalgia como apreciación del presente ("save me..." - hay algo de lo que no podemos salir nosotros mismos, hay algo que nos carcome y para lo que necesitamos ayuda de alguien más, de ese alguien que se aparece, de ese "you" que todos tenemos en la mente, en el corazón, en los genitales, yo qué sé, pero al cual extrañamos, sin el cual sufrimos, con el cual vivimos sin que tal vez se de cuenta. "save me..." - hay esperanza, esperanza de la buena y no de la dependiente, esperanza de la que uno siente al ver cómo alguien cambia, cómo un grupo supera una dificultad. "where are we going?" - hay un viaje con destino incierto, una mujer que canta [yo la imagino] con los ojos cerrados, viviendo ese "save me" y liberándose con un grito electrónico, preguntando no con desconfianza sino todo lo contrario. El destino es lo de menos, lo que importó era preguntar, es como cuando alguien te pregunta "¿eres feliz?", ese alguien espera una respuesta, pero lo que intenta es ver tu vida en sí, la respuesta, las palabras "sí" o "no" son tan sólo la forma de un gigantesco contenido fragmentario de historias, músicas, planes que aquella persona se dispone a interpretar...). Esta rola es pura luz, es pura chingonería que no se limita a la forma de la palabra 'felicidad'.

¡Último ejemplo! "Plume", de los Smashing Pumpkins, del disco Pisces Iscariot. ¿Se han encontrado alguna vez en uno de esos días soleados en los que reina la hueva y todo parece moverse más lento, pero todo es por alguna razón más chido que nada? Eso es esta rola. "Oh yeah, another day, oh yeah, what a waste", fácil podría pasar como uno de los grandes himnos de la juventud noventera. "What it is, it never was, I don't care, to give enough", Billy Corgan habla en nuestro nombre para dejar claro que es justo en esos días de calidez cuando más a gusto estamos con la vida - "my boredom has outshined the sun". A diferencia de las otras rolas, la luz no viene de fuera, no viene de la música en sí, viene de nosotros, de nuestro aburrimiento, hay más luz en él que en el sol de medio día. ¡Oh, gran revelación, creo yo! ¿No ha sido esto un puro ejercicio de imposición de ideas sobre música que posiblemente no tiene nada qué ver con ellas? ¿No es esto pura luz mía (luz de aburrimiento, nada menos) que brilla más que la de la música misma? Creo que la respuesta correcta es: "I don't care, or give a fuck". El razonamiento nos lleva a demasiadas complicaciones. Esta rola nos incita a dejar todo de lado, y dejar que nos lleve la corriente. ¿Qué tan mala puede ser, después de todo?

Bien, esto finaliza este debraye. La verdad me da hueva explorar lo de la mierda de en medio, y prefiero dejarlo así, con estos dos polos, y la mierda de en medio inferida al principio. Espero que disfruten de estos pequeños fragmentos tanto como yo o que al menos les sean 'agradables al oído' como dice un amigo, una buena forma de pasar el rato. La playlist iría en este orden:

1. Atomic Bomb Audition - We Speak To The Revelator
2. Atomic Bomb Audition - You Are The Sun & Moon
3. Time of Orchids - Darling Abandon
4. M83 - You Appearing
5. Smashing Pumpkins - Plume

En fin, ojalá y les haya gustado esta pequeña "serie" de dos posts. Como siempre, sus comentarios y objeciones son muy apreciados... ya saben que aquí en este blog es puro serious business. Les puse las rolas en un archivo ZIP:

Light me up...


Enjoy!

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