El valor de las cosas es relativo. Cada quién le imprime un significado preciso (o no tanto) a los objetos que lo rodean, algo que no comparten con los demás explícitamente. Por supuesto, ocurre lo mismo con los discos y con la música que contienen. Tal vez ese disco te lo regaló una persona especial. Tal vez te lo encontraste tirado en el metro y dijiste "hey, qué cagado, un disco de alt-cumbias, bato, me lo voy a llevar". Tal vez bajaste esa canción de internet porque un buen amig@ (hahaha lo siento tenía que usar la manera fresimbécil de distinguir géneros en forma políticamente correcta... sí, eso me hace un fresimbécil también) te la recomendó. Tal vez se la dedicaste a alguien. Tal vez te recuerde a la secundaria, al kinder, no se, al estómago de tu jefa cuando te ponía la grabadora en tu jeta de feto antes de que nacieras.
Pues ese mismo disco, esa misma rola que tanto aprecias de seguro a alguien más le parece intrascendente. Y qué bien, porque así podemos intercambiar opiniones, encontrarle nuevos aspectos a música que ya tenemos casi idealizada. Qué bien, porque así nos salimos de nuestras respectivas burbujas. Y a la vez qué mal (en cierto sentido), porque ese particular valor, tal como era, se pierde para siempre. Había una canción que me gustaba mucho y que, cuando empecé a liberar mi música, a dejar de hacerla sólo mía y compartirla, se la dediqué a una chavala que me latía; me emocionaba escucharla y la ponía día tras día. Era "Morning in the Moonlight", de Saves the Day, y fue la primera canción que le di a alguien con esa intención. Me sigue gustando, pero ya no evoca nada, y más curioso aún, me he dado cuenta de que no tiene nada de dedicable. En su momento me provocaba cierto estado de ánimo, estoy consciente de ello, pero me encuentro imposibilitado en cuanto a saber con exactitud cuál y qué era lo que sentía; ya no recuerdo qué vi en ella (tanto la canción como la chava) que me hizo decir bambi, es para ti de mi, o cualquier pendejada que haya dicho. No es algo malo, es más, qué mejor, pero cuando algo de valor se pierde, sólo nos queda la nostalgia.
Sí, me gusta Saves the Day, ya pueden dejar de reírse, tarad@s.
Pero basta de digresiones. El punto de todo eso era decir que voy a presentarles dos discos que son muy valiosos... y creo que todo lo dicho arriba era como una nota al pie después de esta última palabra. En todo caso sirvió de aclaración, porque estos discos son de gran valor tanto personal como, en una proyección por entero subjetiva que pretende involucrarse con un ámbito de "objetividad", en general para el tipo de música al que pertenecen. Creo que ninguno de los dos han tenido el reconocimiento que se merecen, a pesar de tener su público y fans como yo. ¿Por qué? Creo que porque no están dirigidos por fórmulas comunes, pero también porque sus particulares innovaciones no son lo suficientemente aventuradas (en el ámbito de la música "popular", por supuesto), como por ejemplo, en el caso de John Zorn y su violencia desmedida, sino que son más moderadas y su ingenio, más limitado, se expresa de manera distinta. En ese justo medio entre la regla y la diferencia parece que no mucha gente presta atención suficiente, a pesar de que discos como estos son verdaderos oasis en un desierto lleno de conciliadores mediocres como This Will Destroy You, el último disco de A Silver Mt. Zion, M83, Hot Chip, los jotos de Joy Wants Eternity y demás porquerías que nos llegan hoy en día hasta el Ghosts de NIN.
El primer disco del que les hablaré es The Sentinel, de la banda sueca Aerial. Basado en el cuento de Arthur C. Clarke, el álbum nos lleva a través de una expresiva historia de ideas que no se relacionan mucho con la ciencia ficción, sino con emociones fuertemente asociadas a melodías elegantes a veces delicadas, a veces intensas, que nos llevan a exclamar, junto con aquél personaje de aquella película famosa, "My God, it's full of stars!". Las armonías se entrelazan y sobreponen en rolas como la que lleva por nombre esa misma exclamación hasta desenvolverse con estruendo muy al estilo de Explosions in the Sky. Entre cada manifestación de elocuente grandiosidad hay pistas ambientales que en primera instancia parecen prescindibles, sobre todo después de las imparables emociones suscitadas por las pistas más rockeras, pero que si escuchamos más de cerca podemos notar su nivel de artesanía, su importante función de "calma después de la tormenta". Así disfrutamos más de la trama que el disco elabora, nos adentramos en su forma concisa de expresar sentimientos complejos en melodías y armonías:
hay una cierta sensación de inevitabilidad activa ante el sueño último, entre introvertida y extrovertida, que nos lleva a conmovernos positivamente cuando la voz llega a la línea que dice "... we will all die." No hay aquí ningún "aprovecha el tiempo que te queda" ni "vive al máximo" ni estupideces de ese tipo que tanto llaman la atención cuando es uno adolescente. Hay aceptación, y superación, al mismo tiempo. ¿No es eso chingón?
Pasamos por la poderosa "46th Street", una magistral muestra del bien que puede hacer la distorsión y la disonancia por el rock semi-instrumental, en la que hallamos una hermosa y polifónica melancolía de sueños y recuerdos que parecieran deshacerse y revivir en contra de nuestra voluntad. Continúa en esta línea "Walk With Me", coronada por una tranquilidad situada entre la tristeza y la felicidad que se rompe gloriosamente con una deconstrucción ruidosa y disonante.
"The Dark Star Deleters" tiene una melodía inicial que es llamativa, emocional, si quieren "femenina" y que de forma invariable atrapa a la audiencia con su delicadeza; activa el corazón y se lo lleva a las estrellas, encerradas en la infinitud del oscuro espacio en el que no encontramos nada más que proyecciones propias; descubrimos que esas estrellas tienen formas que nosotros mismos ideamos y es casi imposible no sonreír. Las pistas finales son recapitulaciones tipo los ya mencionados Explosions in the Sky, meditaciones al borde de la intranquilidad que nos dejan inmersos en quién sabe cuántos sentimientos simultáneos.
Este disco es valioso porque, a diferencia de esa última banda, las construcciones de Aerial son precisas y su fuerza es continua, a pesar de que parta también de los momentos de tranquilidad y de ejercer el ya choteado sistema de quiet-loud-quiet y sus distintas variaciones. Sus melodías tienen una intensidad sentimental gratificante que se aumenta con los aspectos más experimentales en cuanto a disonancia y el ya casi típico rompimiento de los coros. Esto, señor@s, es el rock instrumental (o post rock, como quieran) en una de sus más finas expresiones. Es como una versión ultrarrefinada que sabe a qué atenerse y cómo llevar a cabo sus propósitos. Este disco también es valioso porque en mí despierta todo lo que he vivido emocionalmente este último año or so, y es en verdad el único álbum (en su totalidad) que ha logrado algo así en mi persona. Así que ya saben por qué The Sentinel es una cosa valiosa. Espero que lo aprecien y que para ustedes también lo sea.
Vínculo:
Escucha a Aerial en Last.fm
Desafortunadamente no pude encontrar un vínculo para bajar el disco completo. Está en Soulseek, o si lo quieren ya saben, se los paso. Ya les pondré el siguiente disco en otro post. Mientras tanto, have a nice day, motherfuckers!
martes, 24 de junio de 2008
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