miércoles, 26 de noviembre de 2008

Keeping it quite simple.


Al escuchar la música de John Fahey (1939-2001) nos adentramos en una experiencia entrañable. Nos hundimos en la reminiscencia de lugares que nunca vivimos –al menos no en esta vida- pero que conocemos. Acaso gracias al ideario colectivo, a las películas, a la literatura… al hombre thoreauniano y rousseauniano.
Basta una guitarra para arrojarnos a ese mundo bucólico y silvestre; a las faenas del campo: recogiendo lúpulo, cebada y algodón mientras nos tostamos bajo el sol veraniego; mientras el sudor y las cortadas ministran una comunión sencilla y auténtica entre los seres humanos.

Termina la jornada y todos se reúnen alrededor de la fogata. Es hora de comer después de la chinga del día; de disfrutar del agotamiento físico; de las risas y de los cantos bajo este infinito y dorado campo. Es, a final de cuentas, el momento en que todo se acepta y se vislumbra la belleza de la vida.
Una guitarra emite los sonidos que nos llevan a ese momento… y a muchos otros. Una guitarra que condensa el sentir folk, la visión del sudor, de lo arduo, de lo sencillo, de noches estrelladas, del olor de la cebada y el lúpulo, de las heridas en las manos, del agotamiento físico, de la vida, de las mujeres y los hombres bailando frente a ojos serenos. Sonidos que emanan de un río Missisipi arquetípico con una tradición a cuestas… con la sensación profunda y entrañable del blues y del folk.

Eso lograba John Fahey, solo, con una steel-string guitar.

Sí: muchos lo describieron como “American Primitivism” pero Fahey no sólo incursionó en el blues y en el folk. También le entró a otras cosas. Quedará en ustedes encontrarlas. En alguna ocasión Fahey dijo lo siguiente: "How can I be folk? I'm from the suburbs you know." So fuck tags: give it a try.

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