Un blog admirado por todos en este planeta (un sector del internet que tiene la característica de ser de color verde) publicó hace poco todo un titánico debraye en el que se nota mucho que el autor está acostumbrado a repetir lo que leyó en algún libro (libreto, librito, who gives a fuck) sin haber hecho un esfuerzo importante para comprenderlo. El debraye era acerca de las fiestas y el amor y cómo nuestro héroe se siente desplazado porque la gente le da más importancia a un día cualquiera que a su cumpleaños. EL DÍA EN QUE NACIÓ, POR DIOS, ESTAMOS ANTE UNA COSA SERIA. Whatever. Lo que me interesa es la música que puso para la ocasión (de otra manera no estaría agraciando el Disco Rayado con los pensamientos provenientes del reino protista).
Es interesante en estos términos: el post termina con una reflexión que intenta parecer más profunda de lo que en realidad es (la comodificación de los sentimientos, el desbordamiento de lo privado en lo público, bla bla bla), y si bien las palabras son evasivas en su construcción de un formal todo, la música a la que el autor "deja hablar" revela su superficialidad. No es mi intención atacar sus sentimientos (aunque, si lo siguiéramos en su debraye, podría alegar que el respeto es uno de esos 'valores morales asfixiantes' como dice); estoy consciente de que hay rolas que son muy personales y de las que sería injusto hacer prácticas de tiro al blanco, pero a fin de cuentas si son expuestas en un espacio público (caíste en la trampa, brother, caíste tal cual besador de récord Guiness haciendo de lo tuyo algo de todos) no hay nada que se interponga en el camino... de la Justicia.
Para aquellos que no tienen ni idea de qué hablo, no hay pedo, en algún momento planeo decir algo interesante, aunque no les aseguro nada.
Pero bueno. El chiste es que tenemos ante nosotros un fenómeno no muy particular que Wilhelm Hegel define de la siguiente manera: "te delataste, wey! ha ha, ha, haha ha!" O como lo pondría Martin Heidegger: "hahaha, ha, haha, hahaha, ha, ese wey está tratando de reflexionar cosas importantes para su vida a través de Michael Jackson". Y otro punto, tal vez el interesante: la música no habla. La música no dice cosas. Nosotros las decimos, nosotros hablamos. Las letras son añadidos, lo que cuenta es el sonido. ¿No?
La más reciente ópera del compositor gringo Robert Ashley, Concrete, inspirada tanto en la música concreta (sonidos del mundo remixeados, por decirlo de alguna manera) como en las exploraciones vanguardistas del lenguaje-como-música, está constituida por nueve piezas en las que los únicos instrumentos son las voces de los cantantes y una computadora que genera espacios sonoros a partir de samples de distintos sonidos orquestales; la obra se trata de los pensamientos de un viejo solitario que vive en una ciudad y que repasa todo tipo de vivencias urbanas, desde alucinaciones hasta las vidas de gente sin nombre que conoció y que de una forma u otra se entrelazan con su mente. Los cantantes hablan; la bizarra tonalidad se forma siguiendo patrones regulares de la expresión verbal, lo cual es casi lo mismo que decir que la música son las palabras. Los intérpretes conducen la obra a su gusto, y el operador de la compu va ajustando los sonidos a la línea en la que vaya la interpretación. En teoría es, entonces, casi tan improvisado como una conversación, es casi la vida real. En práctica resulta distinto, pero se nota la mente de un compositor del nuevo avant-garde en acción: las palabras habla-cantadas son importantes porque borran, como tantos otros trabajos del modernismo, la dialéctica tradicional en la historia del arte (forma-contenido, consonancia-disonancia, música-ruido, arte-vida) y establecen un nuevo horizonte para pensar ya no sólo esta obra sino todas las demás que nos rodean.
En todo caso, el significado de esas palabras enriquece el discurso de la obra; la conecta, como dije antes, con la ciudad, la historia, y todas esas cosas. Con esto llegamos a un punto muy debatido en las humanidades: la conexión autor-obra-receptor. Mi muy personal punto de vista tiende a concentrarse en el receptor: Concrete pone, de cierta manera, en cuestión todo el asunto de la intencionalidad al mostrarla "públicamente". Los intérpretes hacen su propia obra a partir de lineamientos más o menos vagos mientras el señor computadora toma sus decisiones propias acerca de cuándo intervenir y cómo. El compositor resulta ser sólo el tipo en el que se inspiraron, y el receptor comprende la obra a su manera y a través del filtro del intérprete. Al final, cada quien escucha lo que quiere, y si para alguien lo más importante es la historia del tipo con cáncer de pulmón, para otra persona puede ser la vida amorosa del viejo en el que se "centra" la obra. Puede ser triste, puede ser feliz... en última instancia es ambigua, como todo arte, moderno o no. Pero eso es sólo mi opinión, y seguramente ustedes piensan otra cosa. El chiste era compartir el problema para pensarlo si les interesan estos asuntos.
Volviendo al tema central. El tema clave. Las canciones de aquél blog. ¿Qué nos dicen? Probablemente nada. Tal vez las letras nos digan cosas. Es el lector o whatever el que habla, no en forma de diálogo, con la cosa o con quien dice que las cosas hablan, sino en forma de juego tipo "completa mi oración..." en el que siempre salen frases cagadas y no del todo intencionales o del gusto de los jugadores. En términos concretos la primera rola, "Mi historia entre tus dedos", no tiene nada interesante; es una balada lineal y derivativa. Las letras hablan de un amor no correspondido, un lugar común de este tipo de música. ¿Qué podemos extraer entonces de esta rola que no podamos de otras? Pues nada, en realidad. Después de todo el alarde de intelectualidad del post, nos encontramos con que en el fondo es sólo expresión tangencial de una cosa muy distinta con la que no me quiero meter. El punto es que el discurso tiene una divergencia muy clara - no corresponde el 'show' con el 'tell'. Es una situación muy recurrente cuando se trata de música: ¿recuerdan "Who Are You?" de The Who? Hacia el final de la canción hay un cambio significativo en su estructura, pues de ser un himno rockero como cualquiera se convierte en una pieza muy al estilo del minimalismo, ese "otro modernismo" estadounidense de los 70's; la rola acaba con tranquilidad y no tengo ni la menor idea de qué hacer con ella... la letra es puro bla bla y nada se presta para hacer una interpretación viable, al menos no cuando tomamos a la rola por sí misma, fuera del contexto del disco en el que está. The Who siempre quisieron tener una calificación de rock progresivo que nunca lograron con éxito, y una canción así me huele a puro farol, como algunas de las piezas "experimentales" de los Beatles. La diferencia, claro, es que los Beatles fueron relevantes. Anyway. En el caso de "Mi historia..." no es problema de la música, sino del texto de quien la cita como continuación de su propio hablar.
Ocurre lo mismo con la siguiente canción. Nada particular que resalte. La letra es en esencia parecida, pero más... enojada. Entramos a otro problema para el cual no tengo una respuesta: los instrumentos ceden su lugar en importancia a la voz, la cual tiene un tono dramático algo exagerado y que se monta sobre acordes simples y precisos de guitarra. La ausencia de 'aventura' instrumental (hay un solo que dura como 5 segundos) podría ser interpretada como indicando que lo que importa de esta canción es la letra. Y si la letra está cargada con enojo y desilusión la música también debería estarlo; el caso es que no lo siento así. Es muy probable que sea mi percepción, y si estoy mal de la cabeza, díganmelo. Siento que es más una rola tipo "hang in there" tendiente a una especie de autosuperación, tanto por su linealidad predecible como el tono serio de la letra - ironía no es, es un romance típico de la música pop. En pocas palabras, el problema está en que creo que la letra no se coordina muy bien con las notas. Si esto fuera otro tipo de grupo, otro tipo de música, podría hacer las concesiones necesarias (Mike Patton, anyone?), pero el asunto es, creo, relativamente más simple.
Dejemos de lado la pregunta de si la música nos dice cosas o no y pasemos a otra. ¿Podemos decir 'cosas' con música? No lo sé. El último disco de Gregor Samsa, Rest, tuvo una recepción encontrada hace más o menos un año: unos decían que era demasiado triste mientras otros decían que era lo opuesto. Para mí ese disco es toda una experiencia de lo sublime... hay un chingo de tristeza, pero también una profunda felicidad, de aquella que sólo es posible alcanzar después de llegar a la depresión más acentuada. Es un disco extraño por eso. Todos tienen una percepción distinta, y a lo más a lo que podemos llegar en cuanto a acuerdo es en cosas más o menos técnicas (como decía quién sabe quién: sólo hay dos tipos de música, buena y mala). Y si usamos a las notas como forma de comunicación, siendo que a veces nunca vamos a llegar a concordar en percepción, ¿cómo vamos a decir lo que realmente queremos decir?
En fin. Creo que la cosa se está ya poniendo muy bizantina. No les pude conseguir un vínculo para la ópera de Ashley, pero vean sus videos en Youtube si les interesa para que se den una idea de a qué me refiero. Tal vez hallen que no hay concordancia entre lo que dije y el sonido que escuchen en sus bocinas. Es todo un riesgo, y ya pensando en términos más pragmáticos para este punto siento que las preguntas fueron un tanto inútiles. Hmmmm. Equis. Siempre es bueno hablar del blog verde.
lunes, 16 de febrero de 2009
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1 comentario:
Me cuesta trabajo responder en una lineas, por eso quiero hacer un post...
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